Los padres españoles del joven
saharaui de 20 años, al que Extranjería le niega la tarjeta de residencia pese
a vivir en Altea desde los siete años, ruegan que se le permita seguir en
España
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(ALICANTE) ISABEL VICENTE Pascual Llopis
se llena de orgullo al hablar de su hijo: "Es muy buena persona, buen
hijo, muy respetuoso, trabajador y solidario". Su madre, Mada, afirma que
"es un chico sin mácula, servicial, afectivo, cariñoso, muy inteligente,
de los que no hay hoy en día", y no entiende que su hijo pueda ser
expulsado de España. Y es que para Pascual y para Mada, Saleh Mohamed Lamin,
saharaui nacido hace 20 años, es un hijo más, lo que no es raro porque desde
los 7 años, cuando llegó por vez primera a España para pasar un verano dentro del
proyecto "Vacaciones en Paz", ha vivido junto a esta pareja de Altea
y sus otros dos hijos, Johaniel que ahora tiene 18 años, y Mada, de 28.
Pascual relata que "la
primera vez que lo vimos tenía 7 años, pero era muy alto para su edad, llegó
todo sucio y desde que entró en casa no paró de curiosearlo todo. Entonces no
hablaba ni una palabra de español". Durante 3 años sólo vino a España los
veranos "hasta que la madre biológica de Saleh nos pidió hace 10 años que
lo trajéramos a vivir a España, consciente de que las oportunidades de Saleh en
los campamentos saharauis eran mínimas".
Saleh ha aprovechado bien el
tiempo y la oportunidad. Estudiante brillante aprendió a hablar perfectamente
castellano y valenciano, finalizó con nota sus estudios de Primaria y Secundaria
y está cursando segundo de Derecho en la Universidad de Alicante con un 7 de
nota media,estudios para los que cuenta con una beca del Ministerio de
Educación. "Es muy inteligente. De niño logró dos premios de literatura
valenciana, ha estado coordinando la informatización de Cáritas de Altea, está
muy involucrado en organizaciones saharauis, es muy solidario y quiere ayudar a
todo el mundo", asegura Pascual mientras mira a su hijo con orgullo.
Entonces, si es buen
estudiante, buena persona y está totalmente integrado en una familia, ¿por qué
Saleh va a ser expulsado de España? El propio Saleh explicaba su caso en una
carta que recogió este diario el pasado domingo bajo el título "De
Inmigrante ilegal a desterrado". Saleh relataba ayer que "escribí la
carta porque ya estamos desesperados. La orden de expulsión me podría llegar en
cualquier momento después de que me hayan negado la tarjeta de residencia por
no tener ingresos". Tal como relató ayer el joven, "el problema ha
venido cuando he intentado renovar la tarjeta. Presenté la misma documentación
que había presentado antes, pero el 20 de enero me respondieron desde
Extranjería con una negativa. Yo he apelado y estoy pendiente del resultado,
pero, si no me responden, entiendo que por silencio administrativo se mantiene
la negativa, con lo que me echarían". El propio Saleh, tras recibir la
negativa de Extranjería a su petición de renovación de su tarjeta, planteó un
primer recurso de manera particular, que fue rechazado. Ahora, va a presentar con
urgencia un recurso contencioso administrativo que paralizaría la resolución de
expulsión. En su lucha, sin embargo, no va a estar solo, ya que una abogada de
la Universidad se ha ofrecido a ayudarle en los trámites que el joven tiene que
realizar para evitar la deportación. La negativa a renovarle la tarjeta de
residencia, se debe a que "soy mayor de edad, pero soy estudiante y no
tengo ingresos, y no aceptan el aval de mis padres de acogida porque dicen que
no son mis padres".
Su madre de acogida no está de
acuerdo en absoluto. "Es mi hijo igual que Johaniel y Mada", afirma
Mada, quien no duda en hacer un llamamiento a las autoridades que tienen que
decidir sobre el futuro de Saleh. "Yo les pido que miren este caso en
particular, que es algo especial. Si lo expulsan, yo voy a perder un hijo, pero
este país y la sociedad en general va a perder a una persona de futuro,
solidaria, que ayuda a todo el mundo que le toca a las puertas. Creemos que
tiene mucho que hacer y que decir, además creo que se lo merece. Ha luchado y
estudiado mucho y todo eso se perdería. Pedimos por favor que le dejen quedarse
con nosotros".
Saleh, por su parte, no se
rinde. "Es que irme ahora sería tirar más de 10 años de esfuerzos míos y
de mis padres, sería una condena a partir de cero y una desilusión tanto para
mi familia de acogida como para mi familia biológica que tiene puestas en mí
todas sus esperanzas porque allí tengo tres hermanas con estudios, pero no hay
salida, y confían en mí". Al preguntarle por qué quiere ser abogado Saleh
lo tiene claro: "Mis padres me han enseñado a ser solidario. He tenido una
gran oportunidad y quiero ayudar tanto al pueblo saharaui como a cualquiera que
lo necesite. Quiero un mundo más justo y, para combatir la injusticia de un
sistema, primero hay que entenderlo, por eso me decidí por el Derecho".
El Gobierno asegura que está
valorando el caso
Desde la delegación del
Gobierno en Valencia se indicó ayer con respecto a la situación de Saleh que
"se está valorando un recurso que presentó el joven, se decidirá en breve
y la resolución se le notificará al afectado". Fuentes de la delegación
señalaron que "por supuesto que se va a tener en cuenta todo lo que él ha
notificado como sus estudios y el tiempo que lleva aquí". Saleh tiene
previsto como próximo paso presentar un recurso contencioso administrativo en
los próximos días tras recibir la negativa de Extranjería a su petición de
renovación de su tarjeta.
Miguel Ortiz asegura tener
constancia de la predisposición del subdelegado del Gobierno para que el joven
se quede
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(ALICANTE) ISABEL VICENTE La situación
de Saleh Mohamed Lamin, el joven saharaui de 20 años al que no se le ha
renovado la tarjeta de residencia pese a llevar viviendo desde los 7 años con
una familia de acogida en Altea, podría tener un final feliz si el Gobierno
atiende las peticiones de partidos políticos, sindicatos, universidad y
particulares para que el joven estudiante de Derecho logre la renovación de su
tarjeta de residencia y pueda seguir en España. Las entidades y colectivos con
los que contactó este diario ayer, se unieron a la petición de su familia y a
la de él mismo quien, por la tarde, mantuvo una reunión con su abogada para
estudiar la presentación de un contencioso administrativo que podría paralizar
la expulsión si el Gobierno rechazara su recurso.
El alcalde de Altea y
presidente provincial del PP, Miguel Ortiz, confiaba ayer en que el proceso se
resuelva favorablemente. El Ayuntamiento alteano, a petición del joven
saharaui, ya remitió al Gobierno informes favorables sobre la buena conducta y
el arraigo de Saleh cuando éste tuvo que renovar la tarjeta de residencia.
Ahora, y ante la negativa de Extranjería, Ortiz "ha iniciado gestiones
para favorecer a este chico" tal como se señaló ayer desde el Partido
Popular para añadir que "al alcalde le consta la buena predisposición del
subdelegado del Gobierno, Alberto Martínez, en este caso".
La secretaria provincial del
PSPV, Ana Barceló, señaló por su parte que en la provincia hay una sensibilidad
especial con los inmigrantes, y sobre todo con los saharauis. "Somos una
de las provincias españolas que más niños acoge en verano y tenemos muchos
vínculos con ellos. De hecho, muchos niños empezaron aquí sus estudios mientras
estuvieron con familias de acogida". A juicio de Barceló, la situación de
Saleh "es muy fuerte porque, si lo expulsan, se truncarían sus
posibilidades de futuro, y también en cierta medida el futuro del Sahara que
depende de la formación de sus jóvenes".
También desde Esquerra Unida
se considera inadmisible que Saleh sea expulsado. El diputado en el Congreso,
Ricardo Sixto, va a realizar una pregunta en la Cámara sobre este caso mientras
que la diputada autonómica Esther López indicó ayer que "la expulsión de
Saleh va en la línea de la política represiva y discriminatoria de los
gobiernos Central y Autonómico. López considera que "tenemos que poner al
servicio de Saleh todos los mecanismos posibles para que no se produzca la
expulsión que sería totalmente injusta".
Por su parte, Nacho Bellido,
de Compromís manifestó que "el caso de Saleh es un ejemplo de que la
política que debería hacerse para las personas, no se hace". Bellido, con
todo, mostró su satisfacción de que tanto el hotel Spa Porta Maris como el
Instituto Bernabeu se hayan ofrecido a ayudar al joven saharaui "porque
cualquier gesto de solidaridad implica que estamos reaccionando".
"Esperpento
burocrático"
También desde los sindicatos
se dejaron ayer oír voces solidarias hacia el joven estudiante. Oscar Llopis,
de UGT, considera que "este tipo de decisiones son incomprensibles porque
la legalidad es una cosa y la realidad es otra" para añadir que "si
en vez de un estudiante saharaui fuera un futbolista famoso, estaríamos
hablando de otra cosa". Salvador Reig, de CC OO, indicó por su parte que
"esto es un esperpento burocrático y administrativo. De alguna manera la
delegación del gobierno tiene que cambiar el criterio, porque no se pueden
triturar las esperanzas y el esfuerzo de una persona" para añadir que "si
hay que cambiar la ley, que se cambie".
Desde la Universidad de
Alicante, donde Saleh está acabando segundo de Derecho, el rector Ignacio
Jiménez Raneda, dijo ayer que "parece inimaginable que una persona que
está aquí desde niño y con un comportamiento ejemplar en todos los ámbitos y
con buenas calificaciones, por azares de la vida no pueda seguir aquí. Quiero
creer que ese dislate no se va a producir y espero que se esté a tiempo de
corregir la situación", para añadir que "nosotros desde la
Universidad no podemos hacer nada porque no tenemos competencias, pero queremos
tener estudiantes buenos como Saleh y queremos seguir contando con él".
Amigos y conocidos del joven
saharaui defendieron también ayer la permanencia de Saleh en España. Israel
Morales, compañero del joven en el grupo de la Universidad sobre cuestiones del
Sahara Occidental y técnico de Cooperación, ha señalado que Saleh "es una
persona muy activa, de una gran empatía, alegre, comprometida en lo social y en
lo personal y muy integrada aquí por lo que no entendemos lo que está
ocurriendo, máxime porque todos los que lo conocemos sabemos que Saleh, a sus
20 años, tiene una formación intelectual y académica muy superior a cualquier
otro chico de su edad". También ha mostrado su preocupación por la situación
de Saleh su amiga y compañera de piso en San Vicente Isabel Álvarez, quien está
realizando un máster en Cooperación. "Saleh es muy alegre, responsable y
estudioso. Esta aquí totalmente integrado pero sin perder sus tradiciones. Está
muy comprometido con los problemas de su pueblo y es una persona que vale la
pena".
Solidaridad de la Coordinadora
de Apoyo al Sahara
La vicepresidenta de la
Coordinadora de Asociaciones de Apoyo al Pueblo Saharaui de la provincia,
Ángela Carrillo, señaló ayer que "la noticia de que a Saleh le han
rechazado la renovación de su residencia nos ha pillado de sorpresa porque era
una situación regularizada. Nos parece incluso más injusto que otros casos
porque conocemos al chico, tiene una familia que le apoya, es un estudiante brillante
y lleva más de 10 años aquí sin que haya habido ningún problema". Ángela
Carrillo ha añadido que "encima en su caso hay una gran vinculación con el
país porque su madre nació en España". Para la coordinadora, que agrupa a
las asociaciones a favor del Sáhara, el caso de Saleh "parece una
persecución muy drástica y esperamos que la situación se resuelva". Desde
la entidad se ha indicado que "vamos a darle todo el apoyo que podamos a
este joven pero estamos a la espera de ver qué es lo que se demanda".
SALEH MOHAMED LAMIN
“Todos los días hay que luchar para que ese
amor a la humanidad viniente se transforme en hechos concretos, en actos que
sirvan de ejemplo”, dijo alguien que creía en un futuro mejor para todos. Para
mi al igual que para muchos de nosotros esto se ha convertido hoy en ley de
vida, en el pan nuestro de cada día y en la Penélope por la cual emprendimos la
Odisea.
Mí odisea empezó en la Troya de los
desiertos del sur, donde la ciudad se ha convertido en cenizas dejando en su
lugar un manto de tiendas de campaña, que dan cobijo a miles de personas
encadenadas a ser las eternas perdedoras en una humanidad que ha mal vendido su dignidad.
Mi odisea empezó a los 7 años, sacándome
del desierto para llegarme al primer puerto; Alicante, tierra de mar y mucho
sol, a disfrutar del proyecto de “vacaciones en paz”, dentro de todas aquellas
personas que albergan en su corazón los valores de humanidad. Fui acogido por
dos maravillosas personas que me acogieron desinteresadamente como hijo, comportándose
como buenos padres de familia.
En
el seno de mi nueva familia encontré mucho amor y apoyo para enfrentarme
a una nueva cultura, una nueva lengua y una nueva realidad. Como un niño más
ingresé en el colegio y en el instituto, posteriormente en el bachillerato y
por último en la universidad. Todo ello gracias a una familia trabajadora que
creía en la igualdad de todos, en la dignidad y la libertad de la persona como
pilares fundamentales de la convivencia, viviera en cualquier tierra o nación. En
fin, con mucho esfuerzo, empeño y apoyo logré entrar en la Universidad,
integrarme en una nueva cultura y sentirme uno más. Pero en la Odisea estaba
Polifemo, empeñado en que el viaje fuera plegado de tormentas y dificultades.
Descubrí a lo largo de diez años, que a este Monstruo no le
importaba nada que fuera un refugiado, que hubiera obtenido la secundaria y el
bachillerato; que llegara a la universidad. No le importaba nada ni el haber
aprendido tanto el castellano como el valenciano, ni siquiera que estuviera
integrado en una familia; a este Leviatán solo le importaba el color del
dinero. Me descubrió que todos no somos personas iguales, sino que se le
reserva un status especial a los “ciudadanos”, otro menos especial a los
inmigrantes “legales” y por último a los desterrados hijos de Babel
“Inmigrantes ilegales de “cualquier” parte y de “cualquier” habla”. La Ley de
Extranjería y el Estado he comprobado que actúan como máximos operadores y ejecutores de estos párrafos de exclusión y
marginación.
Después de diez años de lucha, de ser
proscrito y de sufrimientos en una encarnizada batalla para acceder al status
de inmigrante legal, con mi padre acuestas de oficina en despacho y vuelta a
las oficinas de extranjería, el Estado me certifica en un frío y calculado papel, vacío de toda
humanidad, que de nada vale mi integración, ni mi anterior Tarjeta de
Residencia, que los padres que me acogieron desinteresadamente y me dieron todo
su amor y apoyo en España no eran mis padres, según la carta que me mandan
denegándome el derecho a la Tarjeta que ya tenía, y por lo tanto no me podían
avalar económicamente, que siendo estudiante y dependiendo exclusivamente de
ellos, los cuales en cada crisis de la macroeconomía han sufrido como tantos la
cola del INEM, debía acreditar medios económicos propios. En ese instante quise
preguntarle al Estado: Si mi padre biológico, pastor de ganado, herido de
guerra y exiliado en un campamento de refugiados con un sueldo mensual de 90
Euros podía avalarme. O mi madre, enferma de artrosis, refugiada, con mis tres
hermanas al cargo y sin ningún ingreso propio podía avalarme para poder seguir
con mis estudios universitarios. Pero por supuesto no podía preguntar, el
Estado se cobija en miles de fríos papeles y formalidades para no tener que
deliberar la condena a la que me va a someter. Mi condena es y debe ser según
este Leviatán, el destierro; el exilio en el desierto. Yo que pensaba que
podría seguir con mi tercero de derecho en la
facultad y seguir disfrutando la familia española que me arropó, me
quiso y me ayudó a llegar hasta aquí.
Para mí y para cualquier persona, porque
mis padres de aquí me enseñaron a pensar que nadie debe ser ilegal en ninguna
parte, la Ley de Extranjería es un trascendental decreto que cayó como un rayo
del cielo para echar por tierra las pocas esperanzas que tiene uno, chamuscado
en las llamas de esta decadente justicia. Vino en un bello amanecer para traer
una larga noche de cautiverio. La vida del inmigrante, del necesitado y del
desamparado aún es tristemente maltratada por los grilletes de la segregación y
las cadenas de la discriminación. Esas
personas vivimos en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de
políticas engañosas; falacias y desolación, quebrantados en las esquinas de la
sociedad moderna, reflejo de destierro en tu propia tierra, la tierra que te
han usurpado antes de que tú nacieras, la que te quitan cuando eres ya un joven
preparado para dar todo lo que llevas dentro, aquello que con esfuerzo de
todos, también del Estado, has aprendido. Este mensaje en botella, lanzado al
mar sin destinatario especifico, viene a dramatizar una realidad vergonzosa. Es
un mensaje para todos aquellos que preguntan a los arquitectos de nuestra democracia, los padres
de Nuestra Constitución, que escribieron las magníficas palabras de la Carta
Magna: “Libertad, igualdad, justicia y pluralismo” ¿Dónde y en qué momento
fueron sepultados esos valores? ¿Esa promesa a todo hombre y mujer, los cuales
tendrían garantizados los derechos inalienables por el simple hecho de ser
humano: libertad y búsqueda de la
felicidad? Es obvio que el Estado ha incumplido estas sagradas promesas, y en
su lugar ha dado a la gente un ilusorio vale que ha regresado con el sello de
“fondos insuficientes”.
Pero debemos rechazar creer que el Leviatán
ha hecho quebrar a la Justicia y a los valores humanos. Para todos nosotros que
nos hemos indignado en el ayer, y que debemos cabrearnos en el hoy, es el
momento de hacer realidad las promesas de la Democracia. Ahora es el momento
del apoyo mutuo para que florezca la primavera de la democracia y la
solidaridad en estado puro, y que las garras de la desigualdad social hibernen
para siempre.