miércoles, 9 de mayo de 2012

La lucha del joven saharaui Saleh Mohamed Lamin contra la expulsión


Los padres españoles del joven saharaui de 20 años, al que Extranjería le niega la tarjeta de residencia pese a vivir en Altea desde los siete años, ruegan que se le permita seguir en España
DIARIO INFORMACION (ALICANTE)  ISABEL VICENTE Pascual Llopis se llena de orgullo al hablar de su hijo: "Es muy buena persona, buen hijo, muy respetuoso, trabajador y solidario". Su madre, Mada, afirma que "es un chico sin mácula, servicial, afectivo, cariñoso, muy inteligente, de los que no hay hoy en día", y no entiende que su hijo pueda ser expulsado de España. Y es que para Pascual y para Mada, Saleh Mohamed Lamin, saharaui nacido hace 20 años, es un hijo más, lo que no es raro porque desde los 7 años, cuando llegó por vez primera a España para pasar un verano dentro del proyecto "Vacaciones en Paz", ha vivido junto a esta pareja de Altea y sus otros dos hijos, Johaniel que ahora tiene 18 años, y Mada, de 28.
Pascual relata que "la primera vez que lo vimos tenía 7 años, pero era muy alto para su edad, llegó todo sucio y desde que entró en casa no paró de curiosearlo todo. Entonces no hablaba ni una palabra de español". Durante 3 años sólo vino a España los veranos "hasta que la madre biológica de Saleh nos pidió hace 10 años que lo trajéramos a vivir a España, consciente de que las oportunidades de Saleh en los campamentos saharauis eran mínimas".
Saleh ha aprovechado bien el tiempo y la oportunidad. Estudiante brillante aprendió a hablar perfectamente castellano y valenciano, finalizó con nota sus estudios de Primaria y Secundaria y está cursando segundo de Derecho en la Universidad de Alicante con un 7 de nota media,estudios para los que cuenta con una beca del Ministerio de Educación. "Es muy inteligente. De niño logró dos premios de literatura valenciana, ha estado coordinando la informatización de Cáritas de Altea, está muy involucrado en organizaciones saharauis, es muy solidario y quiere ayudar a todo el mundo", asegura Pascual mientras mira a su hijo con orgullo.
Entonces, si es buen estudiante, buena persona y está totalmente integrado en una familia, ¿por qué Saleh va a ser expulsado de España? El propio Saleh explicaba su caso en una carta que recogió este diario el pasado domingo bajo el título "De Inmigrante ilegal a desterrado". Saleh relataba ayer que "escribí la carta porque ya estamos desesperados. La orden de expulsión me podría llegar en cualquier momento después de que me hayan negado la tarjeta de residencia por no tener ingresos". Tal como relató ayer el joven, "el problema ha venido cuando he intentado renovar la tarjeta. Presenté la misma documentación que había presentado antes, pero el 20 de enero me respondieron desde Extranjería con una negativa. Yo he apelado y estoy pendiente del resultado, pero, si no me responden, entiendo que por silencio administrativo se mantiene la negativa, con lo que me echarían". El propio Saleh, tras recibir la negativa de Extranjería a su petición de renovación de su tarjeta, planteó un primer recurso de manera particular, que fue rechazado. Ahora, va a presentar con urgencia un recurso contencioso administrativo que paralizaría la resolución de expulsión. En su lucha, sin embargo, no va a estar solo, ya que una abogada de la Universidad se ha ofrecido a ayudarle en los trámites que el joven tiene que realizar para evitar la deportación. La negativa a renovarle la tarjeta de residencia, se debe a que "soy mayor de edad, pero soy estudiante y no tengo ingresos, y no aceptan el aval de mis padres de acogida porque dicen que no son mis padres".
Su madre de acogida no está de acuerdo en absoluto. "Es mi hijo igual que Johaniel y Mada", afirma Mada, quien no duda en hacer un llamamiento a las autoridades que tienen que decidir sobre el futuro de Saleh. "Yo les pido que miren este caso en particular, que es algo especial. Si lo expulsan, yo voy a perder un hijo, pero este país y la sociedad en general va a perder a una persona de futuro, solidaria, que ayuda a todo el mundo que le toca a las puertas. Creemos que tiene mucho que hacer y que decir, además creo que se lo merece. Ha luchado y estudiado mucho y todo eso se perdería. Pedimos por favor que le dejen quedarse con nosotros".
Saleh, por su parte, no se rinde. "Es que irme ahora sería tirar más de 10 años de esfuerzos míos y de mis padres, sería una condena a partir de cero y una desilusión tanto para mi familia de acogida como para mi familia biológica que tiene puestas en mí todas sus esperanzas porque allí tengo tres hermanas con estudios, pero no hay salida, y confían en mí". Al preguntarle por qué quiere ser abogado Saleh lo tiene claro: "Mis padres me han enseñado a ser solidario. He tenido una gran oportunidad y quiero ayudar tanto al pueblo saharaui como a cualquiera que lo necesite. Quiero un mundo más justo y, para combatir la injusticia de un sistema, primero hay que entenderlo, por eso me decidí por el Derecho".
El Gobierno asegura que está valorando el caso
Desde la delegación del Gobierno en Valencia se indicó ayer con respecto a la situación de Saleh que "se está valorando un recurso que presentó el joven, se decidirá en breve y la resolución se le notificará al afectado". Fuentes de la delegación señalaron que "por supuesto que se va a tener en cuenta todo lo que él ha notificado como sus estudios y el tiempo que lleva aquí". Saleh tiene previsto como próximo paso presentar un recurso contencioso administrativo en los próximos días tras recibir la negativa de Extranjería a su petición de renovación de su tarjeta.
Miguel Ortiz asegura tener constancia de la predisposición del subdelegado del Gobierno para que el joven se quede
DIARIO INFORMACION (ALICANTE)  ISABEL VICENTE La situación de Saleh Mohamed Lamin, el joven saharaui de 20 años al que no se le ha renovado la tarjeta de residencia pese a llevar viviendo desde los 7 años con una familia de acogida en Altea, podría tener un final feliz si el Gobierno atiende las peticiones de partidos políticos, sindicatos, universidad y particulares para que el joven estudiante de Derecho logre la renovación de su tarjeta de residencia y pueda seguir en España. Las entidades y colectivos con los que contactó este diario ayer, se unieron a la petición de su familia y a la de él mismo quien, por la tarde, mantuvo una reunión con su abogada para estudiar la presentación de un contencioso administrativo que podría paralizar la expulsión si el Gobierno rechazara su recurso.
El alcalde de Altea y presidente provincial del PP, Miguel Ortiz, confiaba ayer en que el proceso se resuelva favorablemente. El Ayuntamiento alteano, a petición del joven saharaui, ya remitió al Gobierno informes favorables sobre la buena conducta y el arraigo de Saleh cuando éste tuvo que renovar la tarjeta de residencia. Ahora, y ante la negativa de Extranjería, Ortiz "ha iniciado gestiones para favorecer a este chico" tal como se señaló ayer desde el Partido Popular para añadir que "al alcalde le consta la buena predisposición del subdelegado del Gobierno, Alberto Martínez, en este caso".
La secretaria provincial del PSPV, Ana Barceló, señaló por su parte que en la provincia hay una sensibilidad especial con los inmigrantes, y sobre todo con los saharauis. "Somos una de las provincias españolas que más niños acoge en verano y tenemos muchos vínculos con ellos. De hecho, muchos niños empezaron aquí sus estudios mientras estuvieron con familias de acogida". A juicio de Barceló, la situación de Saleh "es muy fuerte porque, si lo expulsan, se truncarían sus posibilidades de futuro, y también en cierta medida el futuro del Sahara que depende de la formación de sus jóvenes".
También desde Esquerra Unida se considera inadmisible que Saleh sea expulsado. El diputado en el Congreso, Ricardo Sixto, va a realizar una pregunta en la Cámara sobre este caso mientras que la diputada autonómica Esther López indicó ayer que "la expulsión de Saleh va en la línea de la política represiva y discriminatoria de los gobiernos Central y Autonómico. López considera que "tenemos que poner al servicio de Saleh todos los mecanismos posibles para que no se produzca la expulsión que sería totalmente injusta".
Por su parte, Nacho Bellido, de Compromís manifestó que "el caso de Saleh es un ejemplo de que la política que debería hacerse para las personas, no se hace". Bellido, con todo, mostró su satisfacción de que tanto el hotel Spa Porta Maris como el Instituto Bernabeu se hayan ofrecido a ayudar al joven saharaui "porque cualquier gesto de solidaridad implica que estamos reaccionando".
"Esperpento burocrático"
También desde los sindicatos se dejaron ayer oír voces solidarias hacia el joven estudiante. Oscar Llopis, de UGT, considera que "este tipo de decisiones son incomprensibles porque la legalidad es una cosa y la realidad es otra" para añadir que "si en vez de un estudiante saharaui fuera un futbolista famoso, estaríamos hablando de otra cosa". Salvador Reig, de CC OO, indicó por su parte que "esto es un esperpento burocrático y administrativo. De alguna manera la delegación del gobierno tiene que cambiar el criterio, porque no se pueden triturar las esperanzas y el esfuerzo de una persona" para añadir que "si hay que cambiar la ley, que se cambie".
Desde la Universidad de Alicante, donde Saleh está acabando segundo de Derecho, el rector Ignacio Jiménez Raneda, dijo ayer que "parece inimaginable que una persona que está aquí desde niño y con un comportamiento ejemplar en todos los ámbitos y con buenas calificaciones, por azares de la vida no pueda seguir aquí. Quiero creer que ese dislate no se va a producir y espero que se esté a tiempo de corregir la situación", para añadir que "nosotros desde la Universidad no podemos hacer nada porque no tenemos competencias, pero queremos tener estudiantes buenos como Saleh y queremos seguir contando con él".
Amigos y conocidos del joven saharaui defendieron también ayer la permanencia de Saleh en España. Israel Morales, compañero del joven en el grupo de la Universidad sobre cuestiones del Sahara Occidental y técnico de Cooperación, ha señalado que Saleh "es una persona muy activa, de una gran empatía, alegre, comprometida en lo social y en lo personal y muy integrada aquí por lo que no entendemos lo que está ocurriendo, máxime porque todos los que lo conocemos sabemos que Saleh, a sus 20 años, tiene una formación intelectual y académica muy superior a cualquier otro chico de su edad". También ha mostrado su preocupación por la situación de Saleh su amiga y compañera de piso en San Vicente Isabel Álvarez, quien está realizando un máster en Cooperación. "Saleh es muy alegre, responsable y estudioso. Esta aquí totalmente integrado pero sin perder sus tradiciones. Está muy comprometido con los problemas de su pueblo y es una persona que vale la pena".
Solidaridad de la Coordinadora de Apoyo al Sahara
La vicepresidenta de la Coordinadora de Asociaciones de Apoyo al Pueblo Saharaui de la provincia, Ángela Carrillo, señaló ayer que "la noticia de que a Saleh le han rechazado la renovación de su residencia nos ha pillado de sorpresa porque era una situación regularizada. Nos parece incluso más injusto que otros casos porque conocemos al chico, tiene una familia que le apoya, es un estudiante brillante y lleva más de 10 años aquí sin que haya habido ningún problema". Ángela Carrillo ha añadido que "encima en su caso hay una gran vinculación con el país porque su madre nació en España". Para la coordinadora, que agrupa a las asociaciones a favor del Sáhara, el caso de Saleh "parece una persecución muy drástica y esperamos que la situación se resuelva". Desde la entidad se ha indicado que "vamos a darle todo el apoyo que podamos a este joven pero estamos a la espera de ver qué es lo que se demanda".
SALEH MOHAMED LAMIN
   “Todos los días hay que luchar para que ese amor a la humanidad viniente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo”, dijo alguien que creía en un futuro mejor para todos. Para mi al igual que para muchos de nosotros esto se ha convertido hoy en ley de vida, en el pan nuestro de cada día y en la Penélope por la cual emprendimos la Odisea.
    Mí odisea empezó en la Troya de los desiertos del sur, donde la ciudad se ha convertido en cenizas dejando en su lugar un manto de tiendas de campaña, que dan cobijo a miles de personas encadenadas a ser las eternas perdedoras en una humanidad que  ha mal vendido su dignidad.
    Mi odisea empezó a los 7 años, sacándome del desierto para llegarme al primer puerto; Alicante, tierra de mar y mucho sol, a disfrutar del proyecto de “vacaciones en paz”, dentro de todas aquellas personas que albergan en su corazón los valores de humanidad. Fui acogido por dos maravillosas personas que me acogieron desinteresadamente como hijo, comportándose como buenos padres de familia.
    En  el seno de mi nueva familia encontré mucho amor y apoyo para enfrentarme a una nueva cultura, una nueva lengua y una nueva realidad. Como un niño más ingresé en el colegio y en el instituto, posteriormente en el bachillerato y por último en la universidad. Todo ello gracias a una familia trabajadora que creía en la igualdad de todos, en la dignidad y la libertad de la persona como pilares fundamentales de la convivencia, viviera en cualquier tierra o nación. En fin, con mucho esfuerzo, empeño y apoyo logré entrar en la Universidad, integrarme en una nueva cultura y sentirme uno más. Pero en la Odisea estaba Polifemo, empeñado en que el viaje fuera plegado de tormentas y dificultades.
    Descubrí a lo largo de  diez años, que a este Monstruo no le importaba nada que fuera un refugiado, que hubiera obtenido la secundaria y el bachillerato; que llegara a la universidad. No le importaba nada ni el haber aprendido tanto el castellano como el valenciano, ni siquiera que estuviera integrado en una familia; a este Leviatán solo le importaba el color del dinero. Me descubrió que todos no somos personas iguales, sino que se le reserva un status especial a los “ciudadanos”, otro menos especial a los inmigrantes “legales” y por último a los desterrados hijos de Babel “Inmigrantes ilegales de “cualquier” parte y de “cualquier” habla”. La Ley de Extranjería y el Estado he comprobado que actúan como máximos operadores y  ejecutores de estos párrafos de exclusión y marginación.
    Después de diez años de lucha, de ser proscrito y de sufrimientos en una encarnizada batalla para acceder al status de inmigrante legal, con mi padre acuestas de oficina en despacho y vuelta a las oficinas de extranjería, el Estado me certifica en  un frío y calculado papel, vacío de toda humanidad, que de nada vale mi integración, ni mi anterior Tarjeta de Residencia, que los padres que me acogieron desinteresadamente y me dieron todo su amor y apoyo en España no eran mis padres, según la carta que me mandan denegándome el derecho a la Tarjeta que ya tenía, y por lo tanto no me podían avalar económicamente, que siendo estudiante y dependiendo exclusivamente de ellos, los cuales en cada crisis de la macroeconomía han sufrido como tantos la cola del INEM, debía acreditar medios económicos propios. En ese instante quise preguntarle al Estado: Si mi padre biológico, pastor de ganado, herido de guerra y exiliado en un campamento de refugiados con un sueldo mensual de 90 Euros podía avalarme. O mi madre, enferma de artrosis, refugiada, con mis tres hermanas al cargo y sin ningún ingreso propio podía avalarme para poder seguir con mis estudios universitarios. Pero por supuesto no podía preguntar, el Estado se cobija en miles de fríos papeles y formalidades para no tener que deliberar la condena a la que me va a someter. Mi condena es y debe ser según este Leviatán, el destierro; el exilio en el desierto. Yo que pensaba que podría seguir con mi tercero de derecho en la  facultad y seguir disfrutando la familia española que me arropó, me quiso y me ayudó a llegar hasta aquí.
    Para mí y para cualquier persona, porque mis padres de aquí me enseñaron a pensar que nadie debe ser ilegal en ninguna parte, la Ley de Extranjería es un trascendental decreto que cayó como un rayo del cielo para echar por tierra las pocas esperanzas que tiene uno, chamuscado en las llamas de esta decadente justicia. Vino en un bello amanecer para traer una larga noche de cautiverio. La vida del inmigrante, del necesitado y del desamparado aún es tristemente maltratada por los grilletes de la segregación y las cadenas de la discriminación.  Esas personas vivimos en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de políticas engañosas; falacias y desolación, quebrantados en las esquinas de la sociedad moderna, reflejo de destierro en tu propia tierra, la tierra que te han usurpado antes de que tú nacieras, la que te quitan cuando eres ya un joven preparado para dar todo lo que llevas dentro, aquello que con esfuerzo de todos, también del Estado, has aprendido. Este mensaje en botella, lanzado al mar sin destinatario especifico, viene a dramatizar una realidad vergonzosa. Es un mensaje para todos aquellos que preguntan a los  arquitectos de nuestra democracia, los padres de Nuestra Constitución, que escribieron las magníficas palabras de la Carta Magna: “Libertad, igualdad, justicia y pluralismo” ¿Dónde y en qué momento fueron sepultados esos valores? ¿Esa promesa a todo hombre y mujer, los cuales tendrían garantizados los derechos inalienables por el simple hecho de ser humano: libertad y  búsqueda de la felicidad? Es obvio que el Estado ha incumplido estas sagradas promesas, y en su lugar ha dado a la gente un ilusorio vale que ha regresado con el sello de “fondos insuficientes”.
    Pero debemos rechazar creer que el Leviatán ha hecho quebrar a la Justicia y a los valores humanos. Para todos nosotros que nos hemos indignado en el ayer, y que debemos cabrearnos en el hoy, es el momento de hacer realidad las promesas de la Democracia. Ahora es el momento del apoyo mutuo para que florezca la primavera de la democracia y la solidaridad en estado puro, y que las garras de la desigualdad social hibernen para siempre.