El pasado
viernes 27 de julio, el Ejecutivo español ordenaba la repatriación de los
cooperantes españoles que desarrollaban su labor en los campamentos de
refugiados saharauis.
La razón no
era otra que el temor a una supuesta acción terrorista por parte de grupos
islamistas procedentes del norte de Malí.
Resulta cuando
menos sorprendente que si el Gobierno español tiene algún indicio de estas
acciones, no lo ponga en conocimiento de las autoridades saharauis y argelinas
con el fin de que se tomen las medidas de precaución pertinentes.
Resulta
igualmente sorprendente que España haya sido el único país que ordenó la
repatriación de sus cooperantes, mientras el resto de países y organizaciones
internacionales como ACNUR, Médicos Mundi, el Banco Mundial de Alimentos o las
propias Asociaciones de Amistad, siguen manteniendo a sus cooperantes en los
Campamentos y con el envío de la ayuda humanitaria, sin encontrar razones
fundadas para cesar en esta labor.
Miles de
españoles viajan a los Campamentos para visitar a las familias de los niños de
acogida sin que haya habido nunca el
menor incidente.
Las caravanas
de ayuda humanitaria parten en varias ocasiones cada año sin que nunca se hayan
producido percance alguno.
¿Responde
esta acción del Gobierno a razones de seguridad o a intereses ocultos?
Si hablamos
de seguridad. ¿Por qué no se retira a los cooperantes de países realmente
conflictivos como Irán, Somalia o tantos otros?
Es evidente
que la repatriación de los cooperantes españoles de los campamentos saharauis,
pone en serio peligro la ayuda humanitaria y puede condenar al hambre a los más
de 150 mil refugiados.
De todo este
análisis, parece desprenderse algo más que razones de seguridad. Acaso la mano
del gobierno marroquí esté detrás de esta acción, al ver que la cooperación con
los saharauis se sostiene y crece la simpatía y compromiso de buscar una salida
razonable que pasa indiscutiblemente por el Referéndum de Autodeterminación que
Naciones Unidas comprometió y no acaba de llevar a cabo, y a la incredulidad de
todos los gobiernos democráticos habidos desde la transición los cuales
escondieron el pico bajo el ala ignorando nuestra responsabilidad histórica
como potencia colonizadora que fuimos y haber abandonado a su suerte a los
saharauis y favorecer la ocupación de
Marruecos desde el 31 de octubre de 1975.
Esta acción
del gobierno español acaso vaya en la línea de contentar así a la despótica
monarquía alauita, lejos de jugar en las instituciones internacionales el papel
mediador que le corresponde como potencia colonial que fue durante casi un
siglo.
Juan Luis
Vallina Ariznavarreta
Socio
fundador de la Asociación Asturiana de Amistad con el Pueblo Saharaui