En 1964 fue condenado a cadena
perpetua y lo confinaron en la prisión de Robben Island. Cumplió veintisiete
años de prisión con otros líderes del ANC. Fue liberado El 11 de febrero de
1990.
Calculó mal el régimen del
Apartheid que la lucha por la libertad en Sudáfrica se iba a acabar con el
encarcelamiento de los líderes del ANC. El tiempo demostró que aquel juicio
injusto solo logró el efecto contrario. Los que no veían o no quisieron ver, o
no paraban de justificar las atrocidades del Apartheid, (algunos de ellos
gobiernos como los de USA, Israel y Marruecos siguieron apoyando al Estado
segregacionista hasta que se derrumbó, incluso después). Aquello más que
amedrentar a mucha gente en Sudáfrica
logró que salieran a la calle cada vez más, cada vez más decididos a luchar por sus derechos. Gracias a fuertes campañas internacionales se
logró aislar a aquél Estado canalla. Fue denunciado por crímenes contra la
humanidad.
Salvando las distancias, hay
mucho paralelismo entre aquel juicio y
el de los activistas de Gdeim Izik que acaba de concluir. Ha sido un juicio indigno y las condenas injustas y desproporcionadas. Pero
al igual que la Sudáfrica del Apartheid, Marruecos ha sido y sigue siendo un
Estado canalla.
Los veinticuatro valientes han
desafiado al régimen marroquí en medio de su estúpida comedia. Y como ha manifestado
Mohamed Uld Buryal condenado a treinta años (refiriéndose a todo el grupo):
“…han convertido a los tribunales de la ocupación marroquíes en un establo de
vacas”.
Ahora más que nunca ellos son
una razón más para luchar por nuestra independencia. Aunque la propaganda
marroquí intentará acallarlos, aunque grita a los cuatro vientos que son terroristas. También Nelson Mandela era
considerado por los Estados Unidos como terrorista hasta junio de 2008.
La razón está de parte de los
héroes de Gdeim Izik, está de parte del pueblo saharaui. Es sólida como su voluntad y
resistencia. Y triunfará.
Y al diablo el “Estado-Establo
de vacas”.
Limam Boisha.