domingo, 17 de febrero de 2013

La dignidad no puede ser condenada a cadena perpetua. Por Helio Ayala Díaz


Hace 37 años, los que entonces dirigían los destinos de España, firmaron a escondidas la venta y el futuro de un pueblo. Nadie es dueño de un pueblo, los pueblos son dueños de sí mismos.
A los ciudadanos y ciudadanas de bien siempre nos ha resultado repulsivo el abuso de poder y la dejación de responsabilidades de sus dirigentes. Ante ello nos revelamos y ejercemos la solidaridad con los desterrados, los olvidados, los exiliados, los abandonados.
La defensa de la causa saharaui es, sin lugar a dudas, una de las señas de identidad de la solidaridad del pueblo español. Nosotros no queremos olvidar, no queremos mirar para otro lado, no toleramos el olvida y las artimañas de la “política internacional” que mercadea con el futuro de las personas y los pueblos.
Anoche se vivió un capítulo más de esta ignominia. Un tribunal militar “juzgó” y condenó a los 24 presos políticos saharaui de Gdeim Izik, cuyo delito ha sido defender los derechos humanos, proclamar y defender su identidad, manifestarse pacíficamente. Les condena un “reino invasor”, gobernado por un sátrapa que tiene sus manos manchadas de sangre inocente, en un “país” que no respeta nada, ni a nadie, que se dice -y para vergüenza de todos así se lo reconocen, tapándose la nariz supongo, la comunidad internacional – , un país democrático, amigo, y defensor de la libertad y el progreso… Nueve cadenas perpetuas, cuatro condenas a treinta años de cárcel, siete condenas a veinticinco años, tres condenas a veinte años, sólo dos presos ha sido puestos en libertad. Esta es la sentencia absurda de un juicio absurdo, con el beneplácito de una comunidad internacional cada vez más enferma y disparatada.
Los medios, hoy, una vez más, apenas se han hecho eco de esta noticia. Nuestras corrupciones, nuestras crisis, nuestra falta de democracia y libertad empañan todo. Como expiando nuestras culpas, todo se está virando y volviéndose en contra nuestra. Los que ayer miraban y señalaba las miserias de otros, hoy ni se sonrojan cuando les destapamos sus vergüenzas.
¿Qué será lo próximo?
El día que ese “vecino y amigo” se revire y muestre realmente sus cartas, los que se sentaron a su mesa, los que le vendieron armas para la represión por un euro, los que les entregaron cartas y cheques en blanco para que se movieran a su antojo… todos ellos, les llamarán bárbaros, terroristas, criminales, enemigos y huirán con el rabo entre las patas.
Sólo quedaremos resistiendo los de siempre, las mujeres y los hombres de bien, los pueblos que entendieron que la libertad, la dignidad, la justicia y la paz, no pueden tener precio.
Helio Ayala Díaz