Rabat desea apoyo español en el contencioso
del Sáhara
Está descontento por las prospecciones
petroleras en Canarias
IGNACIO CEMBRERO EL MUNDO 18/08/2014
La relación hispano-marroquí es en teoría
espléndida, pero lo sucedido a principios de la semana pasada -la llegada el
martes 12 de un número récord de inmigrantes a las costas andaluzas- demuestra
que algo no va bien.
Más allá de la escueta explicación dada por
el ministro del Interior marroquí, Mohamed Hasad, sobre
"disfunciones" en el dispositivo de vigilancia costera, los expertos
y analistas de las fuerzas de seguridad o de centros académicos no creen que la
salida de tantas embarcaciones, durante tantas horas y desde tantos puntos de
la costa sea una casualidad.
David R. Vidal, que durante largos años
trabajó para el Centro Nacional de Inteligencia (espionaje español) en el norte
de África y sigue en contactos con algunos de sus informadores, afirma que la
relajación en la vigilancia de varios cuerpos "indica que la orden tuvo
que venir a cierto nivel". "Se hicieron además varias llamadas
avisando de esta ventana de oportunidad a traficantes y a algunos jefecillos de
grupos de subsaharianos".
Con un atrevimiento que contrasta con la
actual prudencia de los políticos y del Gobierno español, Haizam Amirah
Fernández, investigador del Real Instituto Elcano, declaró al diario The New
York Times que la "flexibilización de los controles costeros "ha sido
utilizada por Marruecos para demostrar su descontento con España o porque no
consigue algo que quiere obtener.
Aunque no lo ha expresado públicamente
Rabat tiene dos motivos de disgusto con España, pero también necesita su apoyo
diplomático para los desafíos a los que se va a enfrentar en los próximos meses
con relación al asunto que más le preocupa: el Sáhara Occidental, según señalan
fuentes marroquíes conocedoras de la política exterior de su país.
Cuando era ministro de Exteriores -ahora es
consejero real- Taieb Fassi-Fihri repitió que "el 90% de la relación"
entre España y Marruecos "pasaba por el Sáhara", es decir, dependía
de hasta qué punto el Gobierno español sería receptivo al enfoque marroquí de
un conflicto que dura desde hace ya 39 años.
Aunque ninguna potencia occidental,
empezando por España, pone en tela de juicio el control marroquí sobre el
Sáhara, el nerviosismo de Rabat quedó puesto de manifiesto en una entrevista
que su embajador ante la ONU, Omar Hilal, concedió el miércoles a la agencia de
prensa oficial MAP.
En ella Hilal exige "neutralidad de la
secretaría general de la ONU", como si ahora no lo fuese, pide que la
Minurso (contingente de cascos azules en el Sáhara) sea "imparcial" y
que el proceso de negociación sea "previsible". Denuncia además
maniobras tendentes a ampliar el mandato de la Minurso, para que tenga
competencias en materia de derechos humanos, y advierte: ponen "en peligro
la presencia de la Minurso". Para salir airoso de estos retos Marruecos
necesita a España, la antigua potencia colonial.
Hace doce años, cuando el BOE publicó un
real decreto (23 de enero de 2002), abriendo la vía a las prospecciones
petroleras junto a las islas más orientales de Canarias, el Ministerio de
Exteriores marroquí publicó un comunicado tachando esa iniciativa de
"unilateral" e "inamistosa" porque vulnera "los
derechos inherentes a la soberanía marroquí" sobre sus aguas. Ahora que el
Gobierno español acaba de conceder las licencias a Repsol, Rabat "calla, pero
eso no significa que no esté disgustado", señala un funcionario marroquí.
El tercer reproche marroquí, tampoco
expresado públicamente, está más bien dirigido al Partido Popular (PP) que al
Ejecutivo central. Su rama de Melilla suscribió a finales de julio un
"pacto social" para la convivencia con el principal partido de
oposición, Coalición por Melilla (CpM, musulmán), que deja claro que el islam
que se practica en la ciudad debe estar alejado de la tutela de Marruecos. Pese
a las advertencias marroquíes, a finales de la década pasada sucedió algo
parecido en Ceuta y Rabat aún no lo ha digerido.
Probablemente sea una combinación de estos
tres factores la que haya incitado a relajar la vigilancia sobre las costas
marroquíes para dejar claro a las autoridades españolas hasta que punto
necesitan a Marruecos para que España no tenga el mismo problema que Italia.
Más de cien mil inmigrantes, procedentes de Libia, -todo un récord- han
desembarcado a sus costas en lo que va de año.
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