sábado, 14 de noviembre de 2015

España - Sahara, más que abandono, traición. Bachir Ahmed Aomar

Siempre hemos oído decir que la historia la escriben los vencedores. No me gustaría que sucediera eso con los saharauis, aunque cada vez encuentras a personas que su cometido es precisamente tergiversar la realidad, no me refiero a los marroquís, que o lo intentan o no saben realmente cual es la verdadera historia del Sahara. Desde luego, no pretendo decir que en esta historia los saharauis seamos los perdedores.
Entre traiciones, resoluciones, torturas, violaciones, etc., han pasado cuarenta años. Es un buen momento para recordar por enésima vez lo que ocurría en el Sahara Español en noviembre de 1975. Hay momentos en que se debe ser repetitivo para que la historia no se olvide, mucho más en esta cuestión, donde los intereses son diversos y la suerte del pueblo saharaui depende de varios sujetos.
Aunque se intente ocultar, la responsabilidad del estado español ha sido y es fundamental para entender el conflicto. No podemos quedarnos con las declaraciones fáciles de los portavoces españoles intentando convencer a la opinión pública que para ellos el problema del Sahara terminó en 1975.
La mayoría de los que vivimos aquellos históricos momentos no dudamos en la participación directa de España en la entrega de su colonia a Marruecos. A pesar de declaraciones y puestas en escena, ya hay suficientes mimbres para fabricar una realidad bastante creíble. Sobre todo si analizamos los pasos dados por los dos países entre octubre y noviembre de aquel fatídico año. Dos meses cruciales para comprender todo lo acontecido posteriormente. Solo la publicación de los documentos secretos esclarecerán preguntas todavía sin respuestas. 
Sería interesante saber por qué cuando España anuncia un referéndum de autodeterminación en su colonia, Hassan II pide la intervención del Tribunal internacional de Justicia para que se pronuncie sobre el tema. Pero mucho más, por qué se inventa la Marcha Verde cuando la resolución del Tribunal es contraria a sus intereses. La lógica nos hace pensar que un proyecto tan grandioso no se puede preparar en una semana como ocurrió con la Marcha.
A nivel internacional, España se inventa un peligro real de guerra y sacrifica al embajador Pinies que defiende en la ONU el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Por la puerta de atrás, el gobierno español negocia con el de Marruecos la entrega del territorio. Son numerosas las visitas de Solís o Carro al país alaui o la de funcionarios marroquís a Madrid. Mientras tanto, EE.UU. y Francia mueven sus peones para que el rey de Marruecos lleve a cabo su proyecto.
En el interior del Sahara Occidental es donde realmente se está cociendo la traición. España se mueve rápidamente para preparar el camino a la invasión marroquí. La Marcha Verde sigue su curso hacia la frontera del Sahara en la zona de Tah, cercana a la costa. Allí se concentra toda la prensa internacional para seguir de cerca los movimientos de la Marcha frente al ejército español. El estado mayor español, anuncia que no se hacen responsables de las posibles bajas que puedan tener lugar al encontrarse el terreno totalmente minado. La entrada de los marroquís varios kilómetros en territorio saharaui, echa por tierra la versión española. Trecientos kilómetros al este, en la zona de Hausa, Chederia y Farsia, el ejército español entrega los puestos militares al ejército marroquí que tiene órdenes de ocuparlos. Se cumple la orden de forma amistosa. La Marcha Verde es la cortina de humo perfecta, nadie se entera de lo que realmente ocurre en el Sahara Occidental.
Las autoridades españolas no desean que haya algún percance con los marroquís, por eso toman precauciones. Rodean los barrios de mayoría saharaui con alambradas, reforzados con vehículos militares y soldados. Solo dejan salidas controladas, por donde es obligatorio pasar y mostrar el DNI. La población saharaui es obligada a permanecer en sus casas desde las seis de la tarde hasta la seis de la mañana del día siguiente. Un toque de queda solo para los autóctonos.
Uno de los episodios más ignominiosos y tristes de aquel momento fue el acuartelamiento y desarme de todos los soldados saharauis que servían en el ejército español. De un plumazo, el gobierno español olvidó los servicios prestados por cientos de saharauis que formaron parte del ejército español durante décadas. Suboficiales y soldados fueron privados de sus armas y abandonados a su suerte por el temor de que pudiesen defender su país ante la ocupación marroquí.
El día dos de noviembre llega a El Aaiun Juan Carlos de Borbón, hace apenas dos días que lo han nombrado jefe de estado. Su misión, calmar los exaltados ánimos de la tropa que se encuentra en situación de alerta. En sus acuerdos con Hassan II existe la promesa que las tropas españolas no se enfrentarán al ejército marroquí. Ante la oficialidad presente en su recepción, se atrevió a decir: “nuestro ejército conservará intacto su prestigio y su honor”. Posteriormente el rey de Marruecos afirmaría que Juan Carlos hizo ese viaje para calmar a las tropas españolas, porque él siempre le había manifestado su convencimiento de que el Sahara era parte de Marruecos. 
Dentro de lo pactado entre España y Marruecos, también tenemos que incluir la traición del presidente de la Asamblea General o Yemaa, Jatri Said Yumani.  El mismo día que el príncipe de España llegaba a El Aaiun, él besaba la mano de Hassan II y le rendía pleitesía. Lo mismo había hecho un poco antes Halihenna Rachid, secretario General del PUNS, partido creado por España para contrarrestar la fuerza del POLISARIO. Dos pilares con los que contaba España en el intercambio de favores con Marruecos.
Después de tenerlo atado y bien atado, Hassan II ordena a la Marcha Verde volver a su lugar de origen. También diría: “los objetivos de la marcha se han logrado, ahora solo queda hablar con los amigos”. Sabía muy bien lo que decía, la mascarada había llegado a su fin. Ahora España se retiraría del territorio alegando que no podía disparar contra personas inocentes y que la ONU no había sabido parar la osadía de Marruecos.  Todo quedaba preparado para firmar el Acuerdo Tripartito de Madrid por el que España se retiraba del territorio y lo cedería a Marruecos con lo que comenzaría la larga noche de sufrimiento para el pueblo saharaui.  Habían contado con todos los elementos para engañar a la opinión internacional, solo les falló la voluntad del pueblo saharaui de luchar por su libertad.

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